El inminente lanzamiento de la misión Artemis I de la NASA a la Luna (la primera de una serie de misiones de la agencia espacial estadounidense para devolver seres humanos al espacio profundo) suscitará una amplia atención en Estados Unidos y en el extranjero.
Hace casi cinco décadas que no se lanza ningún ser humano más allá de la órbita baja de la Tierra y aunque esta misión no llevará astronautas a bordo, la misión Artemis II, dentro de unos años, sí lo hará. Además, a diferencia del programa Apolo de la década de 1960, el programa Artemis incluirá una de cooperación internacional.
Artemis es el programa que tiene la NASA esta década para que los humanos vayan a la Luna. Hasta el momento el viaje se llevará a cabo con un vehículo de Starship de SpaceX.
Un astronauta canadiense volará a bordo de la misión Artemis II alrededor de la Luna y es probable que astronautas japoneses y europeos se unan a misiones posteriores a la superficie lunar. Además de los astronautas confirmados, hace un par de semanas la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmó la participación muy particular la muy popular oveja Shaun, el maniquí de las famosas películas y programas animados. Shaun formará parte de la misión no tripulada que servirá de prueba antes del despegue de los astronautas.
Ya son 20 los países que han firmado los Acuerdos Artemis para formar parte del programa lunar de la NASA el mismo que hace tiempo fue filtrado con las fechas establecidas para cada misión.
Dos países que no formarán parte del programa Artemis son Rusia y China. Los funcionarios de la NASA tendieron la mano a Rusia hace unos años para que se uniera al regreso a la Luna y aunque algunos directivos de la corporación Roscosmos se mostraron receptivos, la participación fue rechazada por los altos dirigentes rusos, incluido el entonces jefe de Roscsomos, Dmitry Rogozin. La actual guerra rusa contra Ucrania impide casi con toda seguridad cualquier cooperación.
En cuanto a China, el Congreso estadounidense prohíbe a la NASA cooperar con las actividades espaciales chinas. Además, China ya había decidido hace años seguir un camino distinto en materia de vuelos espaciales. Está trabajando en sus propios planes lunares, que se mantienen en secreto. Al igual que Estados Unidos trató de hacer en la década de 1960 con el Apolo, China considera que su programa espacial, cada vez más sólido, es un medio para aumentar su prestigio en la escena mundial y promover sus intereses geopolíticos. China y Rusia también han firmado recientemente un acuerdo para cooperar en los esfuerzos lunares.
Es interesante, por tanto, observar la reacción china a la misión Artemis de la NASA. La línea oficial parece ser el desdén, al menos eso es lo que se desprende de un artículo publicado este fin de semana en una publicación china, el Global Times. Como parte de los medios de comunicación estatales chinos que sirven de propaganda, esta publicación suele comentar los asuntos internacionales desde un punto de vista nacionalista y, por tanto, ofrece una ventana útil para la reacción del Estado chino ante los acontecimientos mundiales.
El artículo trata de contrastar la misión Artemis con los propios planes lunares de China, que incluyen el desarrollo de la capacidad de aterrizar sus propios astronautas en la Luna hacia 2030. Por ejemplo, el artículo afirma sin rodeos: "Los observadores espaciales también señalaron que mientras la NASA se esfuerza por revivir sus glorias del Apolo, China está trabajando en planes innovadores para llevar a cabo sus propias misiones de alunizaje con tripulación".
La publicación china también critica a la NASA por establecer plazos poco realistas para el programa Artemis. Cuando se anunció originalmente, la NASA fijó el ambicioso objetivo de hacer aterrizar seres humanos en la Luna para 2024. Ese objetivo se ha retrasado hasta 2025 y, en realidad, el año 2026 es probablemente la primera oportunidad razonable para que la misión Artemis III aterrice en la Luna.
"Al comparar los planes de alunizaje de China y de Estados Unidos, los expertos espaciales chinos señalaron que la práctica de Estados Unidos de establecer plazos de años específicos es muy rara en la industria, dada la compleja naturaleza de la exploración del espacio profundo, mientras que China se centra más en la preparación de la tecnología en un marco temporal bastante amplio, avanzando de forma constante y segura", afirma el artículo del Global Times.
Se trata de una afirmación curiosa, ya que casi todos los países y empresas del mundo fijan objetivos de lanzamiento para nuevos cohetes, naves espaciales y misiones específicas: véase el objetivo de la Agencia Espacial Europea de que el cohete Ariane 6 debute en 2020, por ejemplo, o el anuncio de la India en 2018 de su primera misión humana Gaganyaan en 2022. Estas fechas objetivo suelen ser una aspiración, pero sirven para motivar a empleados y contratistas a trabajar por un objetivo común. También proporcionan una valiosa transparencia al público, que financia los programas de las agencias espaciales.
El artículo chino parece afirmar que la falta de transparencia, ya que China nunca habla públicamente en detalle de sus programas, es de alguna manera una virtud.
Por último, el artículo también señala la preocupación de algunos funcionarios chinos por la posibilidad de que la competencia entre Estados Unidos y China por llegar a la Luna se vuelva hostil: "El alunizaje con tripulación de China está más en consonancia con los principios científicos, pero la NASA podría volverse más hostil contra China en el ámbito espacial, dada la enorme presión a la que se enfrenta para mantener su liderazgo mundial en la exploración de la Luna, declaró el domingo Wang Ya'nan, editor jefe de la revista Aerospace Knowledge, con sede en Pekín, cuando se le preguntó si habría una nueva carrera espacial entre las potencias espaciales hacia 2030".
Queda por ver si el programa espacial chino se ajusta a los "principios científicos", ya que el espacio civil y el militar del país están mezclados dentro de las mismas organizaciones gubernamentales. En Estados Unidos, existe una demarcación bastante clara entre la agencia espacial civil, la NASA y la recientemente creada Fuerza Espacial de Estados Unidos.