Con un enfoque computacional está colaborando Nissan con la NASA para desarrollar baterías de estado sólido que no dependan de metales caros o raros, según informa la agencia de noticias Associated Press (AP).
Con el modelo Leaf, el fabricante de automóviles, cerca del año 2010, fue el primero en comercializar un vehículo eléctrico accesible y de producción masiva, pero espera recuperar el tiempo perdido desde entonces. La estrategia de electrificación de Nissan ha fracasado últimamente. El segundo vehículo eléctrico, Ariya, está previsto que llegue este año, unos 12 años después de que se vendiera el primer Leaf. Para el 2028, la empresa espera que sus propias baterías de estado sólido se incorporen a los vehículos de pasajeros.
La empresa para poder lograrlo ha dicho que abrirá una planta piloto de baterías de estado sólido en 2024. La fábrica a pequeña escala será un paso clave en el despliegue de la tecnología de estado sólido; muchos de los conceptos en los que se basan las baterías se han demostrado en laboratorios una y otra vez, pero dar el salto a la fabricación suele revelar problemas inesperados que pueden tardar años en resolverse.
Su actual tecnología de baterías de estado sólido le da confianza a Nissan para construir una planta piloto y creer que merece la pena invertir dinero para solucionar cualquier problema de fabricación. El objetivo del 2028 para la producción en masa es similar al de competidores como la empresa de baterías Solid Power. Lo que sugiere que la industria confía en los plazos para que las baterías de estado sólido estén listas para su uso en el sector del automóvil.
Investigadores de la Universidad de California en San Diego participan también en esta colaboración entre Nissan y la NASA, que probablemente esté mirando más allá de esas primeras celdas de baterías. Aunque los diseños actuales de baterías de estado sólido cambian algunas partes fundamentales de las baterías de iones de litio -sobre todo al eliminar los electrolitos líquidos inflamables-, dejan en gran medida otras en su sitio, como el uso de metales caros o raros como el cobalto y el níquel. Al eliminar esos metales, las futuras baterías no sólo serían más baratas, sino que también tendrían cadenas de suministro potencialmente más limpias y éticas. Por ejemplo, la extracción de cobalto está plagada de violaciones de los derechos humanos y de riesgos medioambientales.
Según la agencia AP, los socios afirman que crearán una "plataforma informática de materiales original" que consistirá en una gran base de datos de materiales que pueden mezclarse y combinarse para determinar sus propiedades potenciales.
Esto se parece mucho a la ciencia computacional de los materiales, un campo relativamente nuevo que intenta crear, modelar y predecir las propiedades de nuevos materiales “in silico”, creando rápidamente prototipos uno tras otro en super ordenadores para determinar qué combinación podría tener un conjunto óptimo de características. Una vez que los ordenadores han analizado miles (o millones) de posibles combinaciones y han reducido la lista a unos pocos candidatos prometedores, los investigadores pueden probar la lista en el mundo real para ver si están a la altura de su potencial. Se promete acelerar la introducción de nuevos materiales y descubrir otros con propiedades totalmente novedosas con la ciencia computacional de estos.
No poco común que la NASA colabore con socios del sector del automóvil. La empresa General Motors (GM) trabajó con la NASA para crear el Vehículo Lunar Móvil de las misiones Apolo y la NASA tiene un largo historial de envío de vehículos con ruedas a otros cuerpos del Sistema Solar. Kazuhiro Doi, el Vicepresidente de Nissan, declaró a la prensa que "Tanto la NASA como Nissan necesitan el mismo tipo de batería".